Este otro canta a veces
Su letanía me lacera por dentro
De asomarme a su miseria, sólo la náusea
Imposible contener su pensamiento
su locura, su herida abierta
Me repugna su animalidad,
ese olor rancio de su compulsión
Y me conmueve su gemido desesperado
de bestia abandonada de sí misma.
Este otro tiene negada la entrada a mi templo
Excomulgado de mi alma, merodea siempre
cruza linderos
lame las paredes
Intenta con sus dedos penetrar una hendidura
escurrirse como las sabandijas en la puerta del castillo
Pero ya no tiene acceso
Desterrado deambula en su propia incontinencia
presa del deseo que brota de su tierra estéril
siempre consumado nunca satisfecho.
Este otro es reaccionario
y como tal un condenado
Su fuego sin custodio
lo engulle y lo expulsa de nuevo
a su violencia.
Plegado sobre su espalda
busca la luz en sueños
con la boca abierta y sin aliento
incapaz del vacío de la soledad incólume.
Su nombre está maldito
escrito con piedras mudas
Nunca más podré llamarlo
pero chocaré las piedras
y la chispa revelará su sombra
su codicia secreta
por el pan de la vergüenza.
N. Pinillos